El arte trae de cabeza a Sócrates igual que a muchos de mis alumnos. Pongo un ejemplo de hoy para introducir el tema. ¿Cuántos están o han estado enamorados? ¿Cuántos han intentado decir del mejor modo posible, de la forma más bella y con palabras especiales lo que sienten en su corazón? ¿Cuántos desearían poder decir «te quiero» de otra manera?
Estas preguntas se acompañan de otra: ¿Cuántos pueden hacerlo y por qué? Creo que la experiencia cotidiana demuestra que no son los que «saben» de poesía, y tienen un conocimiento amplio de los ritmos y de los versos los que pueden hacerlo. No son ellos, sino aquellos que han conocido el amor y están verdaderamente enamorados. Es decir, aquellos que son movidos interiormente por «algo» que no son sus conocimientos o sus técnicas métricas. El arte, la poesía y la interpretación poética no depende de conocimientos, sino de inspiración.
Creo ser sincero cuando digo que muchas poesías han querido ser escritas sin capacidad para hacerlo. Seguro que mis alumnos pueden dar razón de lo que digo, como también yo puedo hacerlo. Queremos escribir, pero no podemos porque no se nos da la inspiración necesaria.
Arte, como arete, no es meramente la escultura, la belleza, el dibujo o la pintura, ni la música. Arte es también inspiración. Los poetas son inspirados, y los que cantan los poemas de los poetas se convierten en intérpretes inspirados de los poetas. La poesía y la poética no es por tanto una técnica, no existe conocimiento sobre la forma de decir bien y bellamente las cosas, no existe. No puede ser una técnica porque depende, no de la persona y sus conocimientos, sino de las Musas, de la inspiración que ofrecen, de la capacidad de los dioses para introducir el alma de estas personas en un mundo perfecto, bello, de amor y de heroicidad. Es entonces, una vez que los poetas y los rapsodos han sido introducidos en regiones ajenas, cuando pueden empezar a componer y a cantar.
http://www.filosofia.org/cla/pla/azc02181.htm
En esta página hay una buena recensión del breve texto de Ión.
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Ya miro, Ión, y es más, intento mostrarte lo que me parece que es. Porque no es una técnica lo que hay en ti al hablar bien sobre Homero; tal como yo decía hace un momento, una fuerza divina es la que te mueve, parecida a la que hay en la piedra que Eurípides llamó magnética y la mayoría, heráclea. Por cierto que esta piedra no sólo atrae a los anillos de hierro, sino que mete en ellos una fuerza tal, que pueden hacer lo mismo que la piedra, o sea, atraer otros anillos, de modo que a veces se forma una gran cadena de anillos de hierro que penden unos de otros. A todos ellos les viene la fuerza que los sustenta de aquella piedra. Así, también, la Musa misma crea inspirados, y por medio de ellos empiezan a encadenarse otros en este entusiasmo. De ahí que todos los poetas épicos, los buenos, no es en virtud de una técnica por lo que dicen todos esos poemas bellos, sino porque están endiosados y posesos. Esto mismo le ocurre a los buenos líricos, e igual que los que caen en el delirio de los Coribantes no están en sus cabales al bailar, así también los poetas líricos hacen sus bellas composiciones no cuando están serenos, sino cuando penetran en las regiones de la armonía y el ritmo poseídos por Baco, y, lo mismo que las bacantes sacan de los ríos, en su arrobamiento, miel y leche, cosa que no les ocurre serenas, de la misma manera trabaja el ánimo de los poetas, según lo que ellos mismos dicen.
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