Catulo a Lesbia (V)


¡Vivamos, Lesbia mía, y amemos, y todos los rumores de los viejos, demasiado severos, valorémoslos en un solo céntimo! Los soles pueden morir y renacer; nosotros, cuando haya muerto de una vez para siempre la breve luz de la vida, debemos dormir una sola noche eterna. Dame mil besos, luego cien, después otros mil, y por segunda vez ciento, luego hasta otros mil, y otros ciento después. Y cuando sumemos ya muchos miles, los borraremos para olvidarnos de su número o para que ningún maligno pueda echarnos mal de ojo cuando sepa que fueron tantos nuestros besos.

Catulo a Lesbia (CIX)


Me prometes, vida mía, que este feliz amor nuestro ha de ser eterno entre nosotros. Dioses del cielo, lograd que pueda hacer promesas verdaderas y que hable sinceramente y de corazón, para que a lo largo de toda nuestra vida sea posible mantener este perenne pacto de sagrada amistad.

Catulo a Lesbia (LXXXVII)


 

Ninguna mujer puede decir haber sido amada verdaderamente tanto como mi Lesbia ha sido amada por mí. Ninguna fidelidad tan grande hubo nunca en ningún pacto como la que se ha descubierto de mi parte en tu amor.