Platón. Diálogo «Eutifrón»
diciembre 24, 2007 2 comentarios
Sócrates comienza a conocer cuáles van a ser los cargos que la ciudad de Atenas pague en tributo a sus enseñanzas. La primera de estas acusaciones es la que se trata en este diálogo, con Eutifrón precisamente, a las puertas del Pórtico del arconte rey, que como es sabido trata de asuntos religiosos.
Veamos dos cuestiones previas. Atenas es una polis religiosa, profundamente religiosa, al menos a la forma de los antiguos. Tras alguna que otra lucha, la diosa Atenea ha sido exaltada por encima de otras divinidades, quedando sin embargo al frente del Panteón Zeus, de multitud de epítetos. Y por otro lado, segunda cuestión, la vida social es una cuestión religiosa en la medida en que las leyes se consideran instrumento o comunicación divina para regular todo lo relativo a lo humano y lo divino.
Dicho lo cual, Eutifrón trata con Sócrates de encontrar una definición de lo que es «piedad» y de lo que es «impiedad». Eusebio, dicho sea de paso, significa «piadoso». ¿Es fácil determinar qué es realmente piadoso y qué no lo es?
Nuestra idea mental de «piedad» está bastante alejada de lo que implica en griego. Cuando escuchamos esta palabra pronto vienen a la cabeza hazañas de grandes santos, ceremonias religiosas cultuales, mundo de curas, monjas y similares. Pero piedad no pertenece a este mundo conceptual; más bien se aleja. En una cuestión inicial Sócrates habla de «obrar bien» como sinónimo, al menos en parte, de lo que es piedad. «¡Por Heracles! De seguro que la multitud ignora lo que es realmente obrar bien. En efecto, yo creo que hacer esto no está al alcance de cualquiera, sino del que ya está adelante en la sabiduría.» Dos cuestiones por tanto: obrar bien responde a algo así como pensar bien, hacer el bien responde a ser sabio. Lo contrario es imposible, y por tanto una contradicción más que una casualidad.
Y esta es la cuestión: ¿piedad o impiedad? Sócrates fue acusado de impío.
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